GENTE
11 de mayo de 2023
Víctor Preatoni "odiaba la nieve", pero ya realizó cuatro campañas en la Antártida
"Un día jodiendo, le dije a una compañera que algún día iba a ir a la Antártida y le iba a mandar una foto", recuerda el ingeniero electrónico egresado de la Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires que hoy forma parte del equipo del Observatorio Argentina de Vigilancia Volcánica.
Fue en esa experiencia, muy lejos de Argentina, donde se empezó a acercar al sexto continente. Su trabajo era patrullar el camino y ver si había algún problema. Pero sus compañeros le insistieron una y otra vez para que empezara a esquiar.
No sólo lo lograron, sino que para Preatoni terminó siendo una pasión. "Un día jodiendo, le dije a una compañera que algún día iba a ir a la Antártida y le iba a mandar una foto", recuerda el ingeniero electrónico egresado de la Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires. "Empezamos a charlar y les conté que me gustaba la idea de visitar la Antártida. Me dijeron que me anotara para ir", cuenta Preatoni, que decidió postularse en la búsqueda de personal civil que llevaba adelante el Instituto Antártico Argentino. "El primer día fue movido porque trabajamos 24 horas sin frenar como parte del paso de mando del laboratorio entre los que llegamos y los que se iban", rememora. "Cuando pensé que íbamos a descansar, nos despertamos en medio de un incendio que se pudo contener, nadie salió lastimado y la base siguió funcionando", cuenta sobre la antesala de la Navidad en la que sólo comieron, brindaron y aprovecharon para dormir. - El trabajo central es llevar adelante el laboratorio, que funcione sin problemas para poder hacer el desarrollo científico que es lo que fundamenta la presencia en la Antártida. Para realizar todos esos estudios, que son muchos y muy distintos, necesitás gente que opere los equipos, los arregle y eso es lo que hago yo.
- ¿Qué complejidades aparecen?
- Hay momentos y zonas donde tenés -30 o -40 grados y vientos de 240 kilómetros. Por todo eso, los equipos sufren mucho desgaste y tiene que estar el personal técnico para arreglarlo. Estamos a las órdenes de los científicos que están en el continente y nosotros, los técnicos, estamos en el territorio. El aislamiento también impone ciertas condiciones de trabajo durante la estadía. "No tenés una ferretería, una casa de computación o lo que sea a unas cuadras. Contás con lo que tenés ahí y hay que arreglarse. O pedirlo para el año que viene", comenta como una de las diferencias centrales. "Como país, la Antártida guarda la experiencia acumulada de años y años. Hay informes y una continuidad histórica al desarrollo sobre todo científico", señala Preatoni de acuerdo a su experiencia. Hay una constante que atraviesa a Preatoni una vez que llega desde el sexto continente. "Cada vez que volví, me dije basta, no voy más. Pero termino volviendo porque se va dando. Ahora volví hace poco y digo lo mismo. Pero tal vez el año que viene decido ir de nuevo. Es una relación de odio y amor", concluye.
La vigilancia volcánica en la Cordillera de Los Andes
Los volcanes de la Cordillera de Los Andes son el hábitat en el que Víctor Preatoni se mueve durante gran parte del año. Su trabajo en la OAVV -dependiente del Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar), organismo del Ministerio de Economía- consiste en la instalación de equipamiento técnico, baterías, antenas y paneles solares, entre otras cuestiones, para el monitoreo constante de datos.
La información, por caso, sirve para generar alertas y anticipar cualquier condición anómala de un eventual proceso eruptivo. "Se transmite la información a Buenos Aires en tiempo real y ellos la analizan", cuenta sobre las tareas técnicas que lleva adelante.
La principal actividad es la colocación de los sismógrafos para vigilar comportamientos de forma continua y permanente. "Mi trabajo es garantizar que la información llegue desde el volcán a buenos aires", define Preatoni.
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