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16 de noviembre de 2024

Se estrena el tercer capítulo de La Máquina de Mirar, la docuserie de Fernando Marín: Vilas, Racing y el sueño del pibe hecho realidad

En esta nueva entrega, el productor repasa su vínculo con el deporte: el boom del tenis, las peleas de Monzón y su amor por La Academia. Hablan Mostaza Merlo, Diego Milito y Guillermo Salatino, entre otros testigos de los hechos

Este sábado se estrena el tercer capítulo de En el plano del espectáculo, Marín dejó su sello en programas que todavía se recuerdan, como Video show, Mesa de noticias, Calabromas y Cantaniño, considerados clásicos de la televisión argentina. También fue un puente cultural al introducir en el país las producciones de Roberto Gómez Bolaños, como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado. Sin embargo, este episodio se centra en la pasión que abrazó de chico y lo acompaña hasta hoy: el deporte. Sobre todo, el fútbol. Y especialmente, su rol como hincha y dirigente de Racing Club de Avellaneda.

Durante el capítulo y a modo de introducción, Marín cuenta, en primera persona y con testigos directos, su gestión para traer las peleas de Carlos Monzón a la televisión argentina y cómo consiguió los derechos para transmitir los partidos de la Copa Davis y su relación con Guillermo Vilas. Pero el plato fuerte es su vínculo con Racing, desde el nacimiento de su fanatismo hasta su llegada a la presidencia del club y la recordada consagración en 2001, luego de 35 años sin títulos locales.

El pequeño Fernando se crio en el barrio de Belgrano, en una época en la que la calle era toda una aventura por descubrir. Donde hoy se erige un conocido shopping, había una gran fábrica de gas, pero era ante todo un potrero para sus aventuras, casi un polideportivo improvisado en el que el fútbol, las carreras, las bicicletas y ring de boxeo ocupaban sus horas. Apenas tenía 9 años cuando dio muestra de su potencial y creó un club, al que bautizó El Rayo. “Era una especie de líder, o de presidente”, le cuenta a Teleshow, y agrega que asoció a sus amigos de la cuadra con improvisados carnets confeccionados en cartulina celeste: “Por los colores de Racing, obvio”, aclara con un guiño.

Fernando ya tenía pintado su corazón y no había ninguna posibilidad de que fuera de otro color. El celeste y blanco de Racing Club, herencia de su abuelo que había llegado de España, y sostenido a pesar de un entorno con mayoría de rojo y blanco: “Mi abuelo era hincha de Racing, mi papá también, y eso que vivíamos en un barrio donde era todo de River”, afirma en el documental con orgullo. Sus primeros pasos en el deporte nacieron con El Rayo y se prolongaron imaginariamente en la radio. Sí, los medios de comunicación ya aparecían en su horizonte y se convirtió en un gran imitador de Fioravanti, el histórico relator que marcó una época. Con una facilidad sorprendente para su edad, cosechaba aplausos cada vez que montaba su número y sin darse cuenta, empezaba a forjar su destino. “¿Estaría ahí el artista frustrado o el futuro productor?”, se pregunta durante el episodio, dejando entrever la respuesta.

El tiempo pasó y Marín logró conducir los destinos de su amado Racing. La idea fue de su padre, pero él la descartó ocupado en otros asuntos. Muchos años después, y tras la muerte de su papá, asumió el desafío. Y bajo su mandato, La Academia puso fin a su sequía de 35 años sin títulos, en aquella histórica jornada a dos canchas del 27 de diciembre de 2001.

El tercer episodio de La Máquina de Mirar se estrena el sábado 16 de noviembre a las 22 por Crónica TV y repite el domingo 17 a la misma hora. En Infobae se verá el lunes 18

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