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Es policía y jugará la Copa América femenina con la selección argentina: “Un verdadero ejemplo de compromiso y superación”

Betina Soriano es una de las 23 jugadoras albicelestes que disputarán el torneo continental y es parte de las fuerzas de seguridad

Entre las luces del patrullero y la inminencia de la Copa América femenina, Betina Soriano se prepara para cumplir un sueño que parecía lejano: volver a vestir la camiseta de la selección argentina tras más de una década. Su historia no es una más. La llamativa dualidad entre ser parte de la Policía y futbolista profesional da cuenta de las exigencias que vive la disciplina en el país.

La noticia de su convocatoria la sorprendió en plena rutina, alternando turnos policiales y entrenamientos en Villa Esquiú, cuando el director técnico Germán Portanova la incluyó entre las 23 jugadoras que representarán al país en la Copa América de Ecuador. La delantera será una de las variantes en ataque que tendrá el combinado nacional para buscar el segundo título de su historia.

Soriano, nacida en el barrio San Vicente de Córdoba, es cabo primero de la Policía y figura del plantel femenino de Belgrano en la Primera División. Su historia comenzó en los potreros barriales, donde desde niña se distinguió por su firmeza y pasión por la pelota. A los 12 años debutó en Belgrano, club que se convirtió en su primer hogar futbolístico y donde se formó como jugadora. Entre arengas y abrazos piratas, dio sus primeros pasos en el mundo competitivo.

En 2015, tomó una decisión que marcó un punto de inflexión: dejó el fútbol para dedicarse de lleno a la fuerza policial. “Tomé la decisión por un tema laboral y personal, necesitaba estabilidad”, explicó tiempo después al medio local Expresión Norte.

El fútbol quedó en pausa, pero nunca desapareció de su horizonte. En 2019, regresó a las canchas y sorprendió al sumarse a Talleres, lo que generó sorpresa entre quienes la identificaban con Belgrano. Su apuesta por la continuidad la llevó a un desafío internacional: en 2021 viajó a Costa Rica para jugar en el Sporting San José, donde se destacó como goleadora y demostró su capacidad de adaptación. “Ese viaje me enseñó mucho, me fortaleció como persona y jugadora”, reflexionó sobre esa experiencia.

Tras su paso por Costa Rica, volvió a las Matadoras y logró el ascenso en el torneo de Primera C en 2022. Luego de dos años en Talleres, retornó a Belgrano, donde actualmente es una de las grandes figuras del equipo. En 2023, ya con la cinta de referente, su aporte resultó fundamental en la histórica campaña del equipo femenino en Primera División. Su doble jornada, patrullando la ciudad y entrenando, reforzó su imagen de luchadora incansable.

La convocatoria a la Albiceleste representa una revancha personal. Su última participación oficial con la camiseta albiceleste había sido en la Sub-20, durante los Panamericanos de 2011. En 2021 fue llamada nuevamente, pero no pudo viajar por cuestiones administrativas. Ahora, la historia le ofrece una nueva oportunidad.

“Es un poco loca mi historia, soy integrante de la Policía de Córdoba, estoy ahí desde hace ocho años. Paralelamente hago este deporte tan lindo que es jugar a la pelota en Belgrano”, contó al diario La Voz.

En el país, el futbol femenino logró la semi profesionalización en el 2019. Sin embargo, los relatos de jugadoras que necesitan otra fuente de ingreso, aunque cada vez en menor medida, no son algo fuera de lo común. Incluso, con deportistas de la considerada élite del torneo argentino

A pesar de eso, Soriano ve una luz de esperanza y relató que su caso es una excepción: “Es muy raro encontrar a alguien que trabaje y juegue. Hoy en día tengo muchas compañeras que pueden vivir de esto, porque el fútbol está siendo cada vez más profesional. Es por lo que luchamos hace tanto tiempo. También es un poco de mi historia de vida, que me ha llevado a tener que salir a trabajar y hoy poder acomodarme y volver a jugar al fútbol”.

Como muchos, Soriano tuvo que enfrentarse a la dicotomía de seguir sus sueños y las obligaciones de la vida adulta. “Cuando tenía 15 o 16 años, el fútbol iba a cuestas de cada uno. En un momento mi familia me dijo que tenía que elegir qué hacer, si estudiar o trabajar, y yo decidí unirme a la policía. Después de algunos años, pude acomodarme y hacer estas dos cosas de forma paralela”, concluyó.

La última vez que la Celeste y Blanca conquistó la Copa América fue en 2006. La historia de Betina Soriano demuestra que es posible vivir más de un sueño a la vez. Su compromiso, tanto en las calles de Córdoba como en el campo de juego, la convierte en un símbolo de perseverancia y superación.

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