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30 de marzo de 2016

Por qué Prigioni decidió bajarse de los Juegos Olímpicos

Es posible que haya existido alguna charla con el entrenador Sergio Hernández y allí todo quedó resuelto.

Se podrá hurgar para intentar conocer por qué Pablo Prigioni entendió que debía renunciar a un deseo genuino como estar nuevamente con la selección en un Juego Olímpico. Representaba volver a formar parte de un grupo que lo identifica. Pero eso no cuenta para él a esta altura de su carrera. En una entrevista en LA NACION hace una semana en los Estados Unidos reconoció que Río le zumbaba al oído, pero que él entendía que no pesaba allí su deseo sino lo que era mejor para el equipo. Y ahí está el nudo. El cordobés demostró que su madurez es absoluta y que no sabe de egoísmos. Es tiempo de otros jugadores y eso él parece haberlo leído a la perfección.

Prigioni le dio al seleccionado nacional una porción de su grandeza. Y allí no hay discusiones. No estuvo en el oro de Atenas 2004, pero le dio su intelecto al equipo para conquistar el bronce en Pekín 2008. Nadie podrá quitarle el orgullo de haber sido el líder de asistencias en un Mundial (Turquía 2010) y en un Juego Olímpico (Londres 2012). De la misma manera que todos conocen que en el Preolímpico de Las Vegas 2007 y el Premundial de Puerto Rico 2009, dio la cara por el equipo celeste y blanco en un plantel que necesitaba líderes como él o Luis Scola para apuntalarse entre las ausencias de muchas figuras. Cualquier otra conclusión no vale en este momento.

Es posible que haya existido alguna charla con el entrenador Sergio Hernández y allí todo quedó resuelto. Es lógico. El base merecía tener la pelota en su poder y jugarla de la manera más inteligente siempre. Prigioni sabe que es tiempo de Campazzo y de Laprovittola. Pero también que con la confirmación de Manu Ginóbili, que en esta etapa es uno de los conductores de los Spurs, su lugar en el equipo no era simple de encontrar. También que el proyecto del conjunto nacional apunta a un recambio. Y el cordobés, a los 38 años, en el desenlace de su carrera no necesita de una competencia más o menos para dejar en claro que su apellido está junto al de otros grande como Miguel Cortijo, Marcelo Milanesio, Pepe Sánchez o el de Alejandro Montecchia.

Es una determinación que demuestra que cada palabra suya siempre tiene sustento. "No voy a ir a Juego Olímpíco porque tengo un nombre", dijo en la misma nota en LA NACION, y lo sostuvo en esta última determinación a la que calificó que le generaba tristeza. Fue un acto de grandeza.

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