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11 de abril de 2015

Multimillonario del béisbol vive en su camioneta Volskwagen Westfalia del 78

Daniel Norris es un jugador que gana u$s2 millones en la prestigiosa MLB de los EEUU, pero elige una modesta vida de 800 dólares al mes.

El mundo del deporte se quedó sin palabras al conocer la historia de Daniel Norris, un multimillonario jugador de béisbol, que a pesar de ganar una fortuna como jugador de la MLB estadounidense, prefiere vivir una modesta vida en una camioneta.

"Puede ser poco convencional, pero me siento bien con mi estilo de vida. En realidad, estoy más cómodo siendo pobre", confesó en un reportaje a ESPN.

 

La estrella de los Toronto Blue Jays de la Major League Baseball creció en Johnson City (Tennessee) y pasó sus días ayudando en la tienda de bicicletas que su padre había heredado de su abuelo. Nunca se rodeó de lujos, pero sí de deportes. En la escuela jugó al fútbol y al baloncesto, pero, sobre todo, se destacó como lanzador en el beisbol.

Se van a cumplir cuatro años de la firma de su primer contrato profesional, pero a diferencia del común de los deportistas, ese acuerdo económico no le cambió la vida. Y no porque no fuera millonario, sino por elección personal. Con ese dinero, compró una Volskwagen Westfalia 1978, a la cual llamó Shaggy, por el personaje de la serie Scooby-Doo.

 

Desde entonces, ese vehículo que tiene cama, cocina portátil y un pequeño salón donde pasar el día, se transformó en su vivienda. Lo lleva a los entrenamientos y también le permite ir a la playa a surfear, otra de sus pasiones. Los empleados del supermercado donde está estacionado su coche lo llaman "Van-Man" (hombre caravana) y se ríen cada vez que lo ven hacer ejercicio con los carros de compra abandonados.

 

Con 21 años, este pobre por convicción y multimillonario por casualidad, es un verdadero deportista profesional. "¿Hippie? Sí, un poco", reconoce. Pero no le hablen de drogas o de alcohol, algo que jamás probó.

 

La fama, los lujos, las mujeres y el dinero no son un atractivo para él. Sólo tiene una condición para sus agentes: que sólo le entreguen 800 dólares al mes y el resto de su millonario salario lo guarden sin tomar ningún riesgo.

 

Por pedido de los propietarios de su equipo, tiene que abandonar su amada caravana en épocas de competición. Los Toronto Blue Jays le exigen que viva en un piso compartido en plena liga, aunque luego volverá a su camioneta.

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