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14 de septiembre de 2018

La noche en que Firpo tiró a Dempsey del ring: a 95 años de la primera gran "pelea del siglo"

El 14 de septiembre de 1923, el "Toro Salvaje de las Pampas" estuvo 17 segundos en la gloria en un combate que se quedó con un gran retazo de historia.

14 de septiembre de 1923. La leyenda asume que fueron 17 segundos. De pronto, nada más que dos seguían sobre el cuadrilátero; faltaba el protagonista estelar.

Desparramado sobre las máquinas de escribir de los periodistas del ring-side, Jack Dempsey desesperaba en su intento de recomponerse y regresar al combate. El campeón mundial de todos los pesos, el deportista de mayor fama del planeta, no podía comprender que ese tosco gigante –que él había derribado siete veces en los anteriores dos minutos- estuviera en el medio del ring con la única compañía del árbitro.

17 segundos, 7 más que los necesarios, en los que por primera vez un argentino estuvo en la cima del mundo deportivo.

Luis Ángel Firpo, el Toro Salvaje de las Pampas, esa noche que tiró a Dempsey del ring estuvo a segundos de la gloria. Fue la primera gran pelea del siglo.


A fines de la década del 50, cuando una de las recurrentes crisis argentinas inquietaba a las principales personalidades yanquis, Richard Nixon (por entonces vice-presidente de Estados Unidos) en medio de uno de sus frecuentes ataques de ira, farfulló: "Allá abajo, todavía creen que Firpo ganó".

Damon Runyon – quien junto a Ring Lardner y Red Smith constituían las voces canónicas del periodismo escrito yanqui- influido por un reciente viaje por España, al observar sobre el ring a esa mole de carne y músculos, con el rostro cubierto por la sangre que manaba de su ceja derecha, que embestía con obstinación con la cabeza gacha a sus rivales bautizó a Firpo como "el Toro Salvaje de las Pampas".

Por esos tiempos, todo boxeador que se preciara de tal, debía ostentar algún apodo llamativo; los cronistas habían tentado suerte con los obvios "El Ángel demonio" , "El hombre de las cavernas", "El gigante primitivo", hasta que Damon Runyon perpetuó el "Wild Bull of the Pampas".

La campaña de Firpo en Estados Unidos empezó en clubes de mala muerte, con bolsas muy exiguas. Pero su estilo agresivo y su habilidad para negociar, hicieron que el dinero cobrado por cada pelea se multiplicara exponencialmente.

Luego de una resonante victoria frente Bill Brennan, el siguiente escollo del argentino fue un ex campeón del mundo, Jess Williard. 102.000 espectadores (cifra récord hasta ese momento) concurrieron a vibrar con la denominada Batalla de los Gigantes.

El enfrentamiento generó una expectativa tal, que dio lugar a un fenómeno que asolaría por años a los espectáculos deportivos en USA. La ansiedad por saber cuál sería el gigante que amenazaría el cetro del indestructible Jack Dempsey quedaría comprobada con la aparición de los Gate-Crashers, aquellos espectadores -por lo general inmigrantes italianos amantes del deporte y de escasos recursos económicos- que poco antes de comenzar el evento se agolpaban en las entradas del recinto y pujaban hasta hacer ceder las barreras establecidas por los controles, y así ingresar sin el ticket correspondiente. Un contundente KO8 instaló definitivamente la imagen de Firpo. Sólo por la pelea la cosecha económica fue de U$ 96.000; con las publicidades, los derechos de filmación, las apariciones promocionales y las permanentes exhibiciones, triplicaba esos ingresos. El otro gran talento de Firpo fue su capacidad para hacer dinero. Luego de su retiro se convirtió en estanciero y empresario automotriz, entre otras actividades. Ring Lardner al esbozar una semblanza del Toro Salvaje, lo define: "Firpo, parsimonioso en una escala heroica, fue el genio solitario financiero más espectacular y excepcional que el boxeo haya conocido alguna vez".

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