Hay varias versiones que afirman ser la verdadera razón por la cual se le colocó ése sobrenombre al conjunto platense. Volcamos todas ellas para que saquemos conclusiones y entendamos un poco más de dónde pudo haber venido esta denominación tan particular.

Hay tres versiones, una más popular que las otras dos, que afirman ser la verdadera explicación del apodo Pincharrata a la hora de referirse a uno de los clubes que divide una ciudad, Estudiantes de La Plata.

Casi desde comienzos del Siglo XX se conoce la historia más popular o con la que la gente más familiariza el sobrenombre que ha perdurado hasta estos días. Se habla de que muchos simpatizantes del equipo eran estudiantes de la carrera de Medicina en la Facultad, por lo que solían hacer varios experimentos en los laboratorios con los roedores, aplicándoles inyecciones para practicar y mejorar sus conocimientos.

Quizás para muchos fanáticos del León ésa sea la que tienen en la mente o las que le han contado. Pero también se ponen de manifiesto otras dos argumentaciones, quizás con menor fuerza y con pérdida de valía en el tiempo, que corren de atrás ante este primer caso volcado sobre la mesa, que suena muy creíble.

El segundo cuenta de esos mismos estudiantes universitarios que estaban identificados con la camiseta de Estudiantes, hacían los trabajos de barrenderos en el Paseo del Bosque. Allí usaban unos pinches para levantar las hojas y que a su vez les servía para matar a las ratas posteriormente. Y en la tercera historia, relata que uno de los primeros hinchas del equipo, Felipe Montedónica, que era un empleado de un bar en el centro de la ciudad, no titubeaba a la hora de espantar y pinchar a los roedores que aparecieran con un tridente.

Como verán, cualquiera de las tres historias, con mayor o menor popularidad, pueden ser tranquilamente parte del por qué de Pincharrata cuando hablamos del León, cuando nos referimos a Estudiantes de La Plata. A sacar cada uno sus propias conclusiones del caso, lo importante es que sea como sea, hasta el día de hoy eso se tatuó a fuego en el inconsciente colectivo como parte del ADN del conjunto rojiblanco.