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2 de julio de 2018

Sampaoli, la salida es por allá...

La dirigencia quiere que Sampaoli dé un paso al costado, pero el DT se resiste. Si no lo echan es por el alto precio de la cláusula de rescisión, aunque en Buenos Aires le dirán que su ciclo está terminado.

Nadie lo va a echar”. La frase es una verdad a medias. El dirigente que la dice, como otros en la AFA, está convencido de que el de Sampaoli es un ciclo terminado. Y si su despido fuera una cuestión sencilla de resolver, no dudarían un instante en hacerlo. Nadie está conforme con él, se sienten decepcionados, creen que no dio lo que podía dar, que no mostró lo que todos querían volver a ver -ni más ni menos que el equipo que fue capaz de ganar el primer título internacional de Chile, justamente contra Argentina. Sin embargo, lo que parecía un final cantado, no lo es tanto. ¿Por qué? Porque Sampaoli no quiere irse. Siente que tiene fuerza. Y también hay un contrato que lo respalda. Lo que dijo en la conferencia minutos después de la eliminación (”Estoy donde quiero estar”) no era una postura impostada ni una salida del paso para evitar males mayores, el escándalo de una renuncia en pleno Mundial. Es lo que realmente siente.

Cuando llegó, una de las condiciones que puso el todavía técnico de la Selección -y que Claudio Tapia aceptó, pese a algunos consejos en contrario- fue un vínculo que abarcara hasta Qatar. ¿Por qué? Por la necesidad de construir un proyecto a largo plazo que compensara lo que estaba dejando: un gran contrato con el Sevilla, su puerta de entrada a Europa. Sampaoli estaba agarrando un fierro caliente, un equipo lleno de presiones y sin Messi (suspendido) que podía pasar el papelón histórico de no clasificarse al Mundial. Y sabía que en esas condiciones, y con ese tiempo de trabajo, sería muy difícil armar un equipo suyo. Se sentía condicionado por la situación, por algunos intérpretes que él no hubiera elegido y la ausencia de otros por los que le habría encantado apostar. “El primer equipo no será mío”, le dijo en la intimidad a Tapia. Y eso incluía Rusia. Luego, sin los detalles del caso, la historia tendría un matiz público: “Este es más el equipo de Messi que el mío”, confesó. Si el presidente de la AFA aceptó esas condiciones, ¿puede ahora evaluarlo y condenarlo?

El miedo de algunos dirigentes, el miedo a un contrato tan largo, era precisamente éste. Ni más ni menos. Un fracaso temprano. En las Eliminatorias, en la primera fase de un Mundial o algo así (este algo así). ¿Cómo se puede sostener a alguien que no tiene crédito? El problema más grave que afronta Sampaoli en su intento por seguir es precisamente la falta de crédito. La encuesta en Olé, con unos 100.000 votos, lo condena: un 82% lo quiere afuera. Por supuesto que estas cosas no se definen democráticamente, o no al menos por voto directo. El tema es que los dirigentes coinciden con la mirada popular. Amén de los resultados, lo que sacudió a los pesados de la AFA fueron las formas: “No sólo falló en lo futbolístico, tampoco demostró aptitud para conducir el grupo. Se le fue de las manos. Nos hizo gastar un dineral, le dimos todo lo que pedía y ni así funcionó”. A ver: los directivos no se corren, aceptan el error de haberlo contratado así como les transfieren parte de la responsabilidad a los jugadores “que no sólo lo aceptaron sino que hasta lo pidieron, y que vienen de comerse a unos cuantos técnicos”.

​¿Qué pasará entonces? Por empezar, pasará un tiempo. No hubo reuniones ayer entre Tapia y Sampaoli, más allá del contacto lógico de dos personas que viven bajo el mismo techo. Y no las habrá en suelo ruso. Las conversaciones, con el ánimo menos afectado por la coyuntura reciente, se postergaron para Buenos Aires. Allí, los dirigentes le dirán a al técnico lo que piensan y lo que esperan de él: que dé un paso al costado aun con el abismo que les queda por delante y la falta de un candidato serio que lo reemplace. ¿Será así de fácil? No. Por la voluntad del DT de seguir y armar su proyecto, no el “proyecto de partido” que fue este año escaso de conducción accidentada y turbulenta, y por el contrato: hay una cláusula que obliga a pagar 20 millones de dólares al que lo rompa antes de la Copa América 2019. Sampaoli no va a hacerlo. La AFA tampoco, porque no está en condiciones de afrontar ese dineral ni mucho menos. ¿Habrá espacio para la negociación? Posiblemente. El técnico intentará convencer a la dirigencia con la fuerza que tiene para continuar a pesar de todo lo que tiene en contra, pero no se quedará en un lugar donde no lo quieren. Claro que eso tiene su precio...

BRONNITSY (ENVIADO).

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