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DEPORTES EN EL RECUERDO

11 de junio de 2015

Hoy: A 100 años del nacimiento de Torcuato Emiliozzi

Piloto, copiloto y preparador de autos, cuatro veces campeón argentino de TC junto con su hermano Dante.

Tenía un neto perfil bajo. Pero era tan talentoso en lo suyo, que alcanzó a tener el mismo protagonismo que su famoso hermano Dante, el que manejaba. Sus gafas oscuras y sus ojos pequeños, fijos y penetrantes, desde hace trece años son un recuerdo. Un gran recuerdo, en verdad, de una persona única, inimitable y visionaria. Alguien que llegó a la estatura de genio. No cualquiera.

 

El 30 de mayo de 1912, en la maternidad del Hospital de Flores, se produjo el nacimiento de Torcuato Enrique Pascual Emiliozzi, el primogénito. El hermano Dante José María vino el 10 de enero de 1916, en el mismo lugar. Comenzaron a correr en el año 1950 en Turismo Carretera y la última competencia la disputaron el 9 de noviembre de 1969 en la Vuelta de Chivilcoy.

Compitieron en 183 pruebas, ganaron en 43 oportunidades y se adjudicaron 10 etapas. A lo largo de su trayectoria utilizaron tres coches: la famosa e histórica Galera, desde 1950 hasta 1966; el Baufer que no conoció la victoria (3 segundos puestos y subcampeón en el año 1969) y el Halcón.

En 1968 Torcuato dejó su butaca de acompañante que ocupó entonces Octavio Sabattini. Ya no fueron tan frecuentes las participaciones y en 1969, cuando aparecían los prototipos, Heriberto Pronello construyó el Halcón que los Emiliozzi equiparon con su F-100. Sólo dos carreras con este auto.

 

Escribir la historia

En mayo de 1998, Tito Emiliozzi visitó la Fundación Favaloro por una afección pulmonar. "Ya estoy en ocho cilindros. Fue un cambio de aros y calibramos las válvulas", dijo al salir de la revisación. Era así, todo lo relacionaba con los fierros. El domingo 14 de febrero de 1999, a los 86 años, se fue para encontrarse con su hermano y su eterno compañero Dante, quien se había ido antes, el 24 de enero de 1989.

Juntos, Dante y Tito, hicieron historia en el TC. Con la recordada Galera de Olavarría ganaron cuatro campeonatos consecutivos, de 1962 a 1965.

Los hermanos nacieron en Buenos Aires pero se instalaron en Olavarria en 1918, cuando su padre asumió como jefe de máquinas en la usina eléctrica.

Torcuato incursionó en el tenis y en el ciclismo, pero fue en el automovilismo donde brilló con su propia luz. Pero nunca solo, siempre junto con Dante, su hermano menor y confidente.

 

A los 20 años se largó a correr en Fuerza Limitada con un Ford A. Después llegó la Segunda Guerra Mundial y cuando se acallaron los gritos, el mayor de los Emiliozzi vendió su coche. Compró una cupé Ford y comenzó a trabajar sobre ella. Empezaba a forjarse el gran mecánico capaz de sacarle potencia hasta lo inimaginable a un auto en principio igual a los otros. Por eso La Galera llegó a ser una leyenda que viajaba a más de 200 km/h.

Es imposible encontrar los secretos que tuvieron los fierros de esa brava cupecita. Desde que apareció el 23 de abril de 1950 en la Mar y Sierras, los hermanos se turnaron en la conducción. Pero al año siguiente Torcuato supo que lo suyo era acompañar a Dante y vigilar el rendimiento del Ford.

El histórico taller de la calle Necochea, casi siempre lleno de curiosos, fue el escenario en el que Tito se movió pacientemente. Si bien era más inquieto que su hermano, a la hora de ajustar los detalles sobre una planta impulsora nada interrumpía al orfebre de Olavarría.

Con bajo perfil y las puertas abiertas para quien quisiera ver cómo se armaban los éxitos cada domingo, Torcuato sabía que en sus manos radicaba buena parte de los triunfos cuando se ponía a trabajar en el torno. Elaboró tres motores: el más famoso diseñado con dos árboles de levas y válvulas a la cabeza; luego dio paso al modelo 1946 denominado 59 AB y al potente F 100.

Así, la trilogía Dante-Torcuato-La Galera llegó a ser dominadora del 62 al 65. Cualquier cambio sugerido por Tito funcionaba. Si hasta sabía en qué momento cambiar el color del auto: cuando lo pintaron de rojo, ganaron en Chacabuco; estrenaron el blanco y negro y vencieron en el Gran Premio de 1953 y, ya con la publicidad de Atma, se llevaron el primer puesto en Santa Fe, en 1964, el primer día que la Galera apareció pintada de azul y rojo.

 

Siempre protagonista

Tito, por su condición de mecánico, siempre tuvo protagonismo aunque no lo buscara. Para el país ganaban o perdían "los Emiliozzi". A los 53 años tuvo un aviso de su corazón. El famoso René Favaloro le hizo un by pass que significó su longeva existencia. Fue en ese momento cuando se bajó de la Galera. Octavio Sabattini ocupó su lugar.

Después llegaron los otros autos que reemplazaron a la histórica cupecita. El Baufer que no conoció la victoria -consiguió tres segundos puestos y llevó a Dante a ser subcampeón en 1969- y el Halcón construido por el ingeniero Pronello con el que su hermano participó en sólo dos carreras.

Hombre bueno en definitiva, con sus últimos ahorros se dedicó a pagar hasta lo que no le correspondía, al decir de sus amigos de siempre. Padre de dos hijas y abuelo consagrado a sus nietos, tampoco descuidó su pasión de siempre y estuvo presto para tender una mano siempre que José María Romero, el último vencedor en el TC de la saga olavarriense, lo necesitara.

 

El hecho más significativo para Tito en los últimos años fue la recuperación de la famosa Galera que el intendente Helios Eseverri adquirió por cuenta del Municipio. Así, el auto de los grandes triunfos pasó a ser parte del patrimonio olavarriense.

En la temporada 1998, las autoridades del Automóvil Moto Club Olavarría le brindaron un gran homenaje al ponerle el nombre "Hermanos Emiliozzi" al circuito mayor del Autódromo Sudamericano. Aquel domingo, con Oscar Castellano al volante, giró para ofrecer su débil corazón a las más de 30 mil almas que estaban detrás del alambrado. El delirio de los hinchas se repitió el día en que la Galera, con el ronco e inconfundible sonido del motor Ford V8, lo acompañó hasta la morada final. Era el último homenaje que quiso ofrecerle la cupecita a su constructor.

Nota: Diario El Popular. [email protected]

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Comentarios

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EDGARDO COLMAN

Comentario
tuve varias oportunidades de estar sentado en un tanque de 200 litros color gris junto a un primo cuando preparaban el motor para la carrera de que competirian,algo que jamas olvide y no olvidare hasta el fin de mis dias tengo 70 años

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