La final, quizá, sea un partido aparte. De esos que, se dicen, se ganan o pierden por detalles: una distracción, un zapatazo, una falta... ¿cansancio? Más que nunca la definición será protagonizada por dos equipos que muestran un nítido contraste en minutos jugados. En ese sentido, Francia puede manejar el reloj para que lo ayude a festejar.

Ambos llegan invictos. Francia ganó un partido más (cinco y un empate; cuatro y dos para los croatas) y jugó mucho menos, porque Croacia disputó con alargue los tres encuentros desde octavos. Como si fuera un partido más, 90 minutos. Les Bleus tiene cinco jugadores con seis partidos; dos de ellos, Varane y Kante, acumularon la totalidad de minutos, 540. En Croacia ninguno jugó el 100%, pero hay dos que fueron las seis veces titulares: Modric (604) y Perisic (541). A los croatas les vino bien haberse clasificado a octavos en la segunda fecha, y por eso solo mantuvieron a los dos nombrados anteriormente en el 11 contra Islandia. Francia, lo mismo, pero reservó menos: cinco figuras vs. Dinamarca. A esta altura fue una buena decisión la del DT Zlatko Dalic. 

Los dos equipos mantienen una base salvo un jugador. En Francia se alternan Matuidi (263) y Toliso (177) como los más frescos. En Croacia entran Brozovic (363) o Kramaric (323). Si bien Deschamps no suele sacar a sus piezas clave, Griezmann es el que más sale en Francia: cinco veces fue reemplazado.  Su colega croata mueve más el equipo: Perisic fue sustituido cuatro veces, mientras que a Mandzukic y Rebic los cambiaron tres.

En total, hay casi 50 minutos de promedio de diferencia entre los jugadores franceses y croatas. Quizá sea un detalle, pero que puede cobrar importancia a la hora de levantar la copa.